cíclope
«Imago animi vultus, indices oculi» Cicerón
Si tuviéramos por cierta la existencia del alma, ¿debemos entender que las cíclopes aquí coleccionadas ocultan su alma o renuncian a tenerla? Intuyo que es algo primitivo, ancestral. Los noppera-bo, mitología japonesa, fantasmas totalmente corpóreos sin rostro.
Durante unas milésimas, además, no puedo evitar acordarme de “La invasión de los ladrones de cuerpos”. Me remueve una angustia existencial, sobre identidad, estandarización, sociedad y tecnología,. Invasión silenciosa, sin necesidad de violencia aparente u orden superior visible y vigilante, borrar la conciencia como individuo es más efectivo que instruir acerca del bien común.
Vivimos la era del “capitalismo afectivo” 1 y su mayor representante es “el selfie”, imagen que construimos de nosotros mismos, llena en ocasiones de conceptos comerciales con los que aceptamos tratarnos, llena de preocupación por el pensamiento de los otros, a la espera. No parece quedar nada del autorretrato como práctica exploratoria introspectiva. La conectividad hace que no deseemos encontrar nuestro yo interno, si no el yo que más gusta al exterior. Por presión histórica, las mujeres somos especialmente vulnerables a esta nueva plaza pública de mercadeo. La sociedad nos cosifica, en las redes nos autocosificamos.
El anti-selfie de las cíclopes en este contexto podría ser considerado una señal de “nuevas alternativas de vida en red más conscientes y críticas del fascinante y omnicomprensivo capitalismo basado en la conectividad”2 o el aparente deseo consciente de disolverse como ser individual para construir con satisfacción una identidad de masa. Inquietante como tremendamente atractiva experiencia estética.
1,2Juan Martin Prada, ¿Capitalismo afectivo?, Revista EXIT Book, núm.15, 2011
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